Escándalo en el IES. L. Torres Quevedo de Santander
Escribe un profesor recién jubilado-
El 8 de abril de este año acudo
al Centro, para comunicar la confirmación de jubilación voluntaria, que había
solicitado, pues ya reunía los requisitos necesarios, y me dirijo a Jefatura de
Estudios; cual es mi sorpresa, que una conserje del centro me comunica que por
orden del Sr Director- “Debo abandonar el Centro o sino llama a la policía, sin
más” yo me quedo perplejo, ante situación tan absurda, pues no
había motivo alguno para tamaña estupidez, no dando crédito a lo que estaba
oyendo; abro la caja de bombones que llevaba para despedirme de mis compañeros,
en la sala de profesores y quedo con el jefe de departamento para el día
siguiente llevarle los informes que me había pedido.
El 9 de abril vuelvo al Centro
con el informe y calificaciones de mis alumnos para mi sustituto, tengo que
discutir con la conserje del día anterior, pues se negaba hacerme fotocopias de
estos documentos, alegando que yo, ya no estaba en el Centro; consigo que las
haga y me dirijo a entregarlo al Jefe de Departamento, como había quedado el
día anterior, así como las llaves de las aulas
que utilizaba para dar clases. Al salir ya y despedirme de otro
conserje, cordialmente( en el Centro hay tres conserjes), este me dice que el
Sr. Director, quiere verme; yo pienso, que es para disculparse por lo del día
anterior y así quedar como un caballero; pero resultó que no, de ninguna
manera. Me asomo prudentemente a la puerta de su despacho, y lo que veo son
malos modos, groserías y actitud totalmente despótica, me dice que yo no puedo
estar en el Centro y que va a llamar a la policía, le trato de explicar el
motivo por el cual había ido al Centro, pero no me deja hablar, cuando le llamo la atención por sus maneras,
este me responde- “que él hace lo que le sale de los cojones”- cuando le digo
que él es el director y debe guardar las formas, me expulsa de su despacho, yo
le vuelvo a pedir buenos modales, pues consideraba que de ninguna manera
merecía yo ese trato, fué entonces cuando me propina un violento empujón, con las
dos manos, por la parte lateral izda., desplazándome fuera de la puerta de su
despacho. Yo quedé petrificado pues no me podía creer semejante situación. Debo apuntar que mi jubilación era totalmente
legal, y hasta entonces había estado dando clases a varios grupos de alumnos y
algunos de ellos no eran fáciles de llevar, sino todo lo contrario, y que yo
sepa, yo no había cometido fechoría alguna.
Habitualmente cuando se jubilaba
un profesor, se le hacía un regalo, se hacía una comida homenaje…etc, que
tampoco es que yo, lo pida. Pero un trato así, me parece repugnante, vomitivo y
de Juzgado de Guardia.
Santander a 27 de junio de 2013
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